@article {María:2003:0120-5498:168, title = "En la Encrucijada del Ejercicio Profesional, la Administracin y la Poltica. Un testimonio de vida.", journal = "Medicina", parent_itemid = "infobike://doaj/01205498", publishercode ="doaj", year = "2003", volume = "25", number = "3", publication date ="2003-01-01T00:00:00", pages = "168-171", itemtype = "ARTICLE", issn = "0120-5498", url = "https://www.ingentaconnect.com/content/doaj/01205498/2003/00000025/00000003/art00003", author = "Mar{\’ı}a Teresa Forero de Saade", abstract = "<&59;p>&59;Esta noche nos hemos reunido en este recinto, por amable invitacin que me formulara su Presidente, el Doctor Jun Mendoza-Vega, en carta fechada el 18 de Octubre de 2002, a quien debo agradecer la oportunidad de compartir con ustedes un testimonio de vida que si bien, me llev por caminos diferentes a los tradicionales que debemos recorrer los mdicos, no me alej del humanismo que es inherente a la profesin, que sin lugar a dudas imprime carcter.<&59;/p>&59;<&59;p>&59;Corresponde hoy al doctor Zoilo Cullar, darme la bienvenida y debo igualmente agradecer sus generosas palabras, las mismas que en un pasado ya muy lejano, cuando compartimos las aulas universitarias, expresaba con la caballerosidad que lo caracteriza, con la galantera del profesional conciente de la delicadeza que le merece el trato de colegas del gnero femenino.<&59;/p>&59;<&59;p>&59;Es inevitable, que en la ceremonia que comienza, se deslicen nostalgias y recuerdos, que retornan hasta el instante en que abandonamos el claustro universitario, Usted para hacerse oftalmlogo e investigador, como era su deseo y adems obedeciendo el mandato gentico que prevalece en su muy ilustre familia y yo por los caminos de la pediatra que sin lugar a dudas ha influenciado todas las actividades que se me han encomendado.<&59;/p>&59;<&59;p>&59;Resulta para m, muy honroso ingresar a la Academia Nacional de Medicina en calidad de Miembro Honorario, no slo por haber tenido la oportunidad, digamos que circunstancial, de ser Ministra de Salud, sino muy especialmente por el reencuentro con quienes fueron mis Maestros, en tiempos universitarios y de quienes aprend inmejorables lecciones, dadas con el ejemplo&59; adems de la palabra pronunciada con elegancia idiomtica en las aulas del claustro de mi Alma Mater&58; la Pontificia Universidad Javeriana.<&59;/p>&59;<&59;p>&59;Me es imprescindible recordar, que eran otros tiempos en los cuales nuestra formacin estaba regida por principios ticos, no negociables ante ninguna circunstancia&59; humanismo era la condicin sine qua non para establecer relaciones mdico-paciente, compromiso con la comunidad y de ella los grupos vulnerables los prioritarios, cumplimiento de nuestra obligacin de servir an a costa de la seguridad personal o de las conveniencias sociales, econmicas o de cualquier otra ndole, en fin, entrega total y absoluta a esa bella profesin que escogimos libremente la medicina, para constituirnos en instrumentos de Dios, quien es en ltimas el NICO dueo de la vida y de la muerte.<&59;/p>&59;<&59;p>&59;No soy yo quien pueda juzgar los hechos, pero me temo que los tiempos han cambiado y tambin los paradigmas que fueron nuestros faros. Por fortuna con muy honrosas excepciones he visto como al calor de las reformas hemos ido perdiendo el protagonismo que otrora se constituy en el orgullo del ejercicio profesional cuya meta principal, por no decir que nica, eran nuestros pacientes, para quienes fuimos consejeros, amigos, orientadores, adems de sanadores de las enfermedades del cuerpo y muy especialmente de las del alma.<&59;/p>&59;<&59;p>&59;Pasamos desapercibidos los cambios, que se iniciaron por all en la la dcada del 60, del siglo pasado, cuando la medicina se socializ y de ser una prestacin individual que el Mdico ofreca en la intimidad de su consultorio, pas a ser la prestacin de servicios institucionalizados por las Entidades a cargo de la seguridad social&58; ISS, Cajanal y las Cajas de Compensacin Familiar, amn de las cajas departamentales y municipales de previsin que desde esa poca pulularon por todo el territorio nacional.<&59;/p>&59;<&59;p>&59;Sumergidos como era la costumbre, en la ciencia, la tecnologa, la clnica y en el ejercicio puro de las especialidades, nos pareca un tanto deleznable el accionar de algunos colegas que impelidos por las circunstancias originadas en los cambios, iniciaron actividades en la administracin de servicios de salud y de seguridad social, adelantndose a la propia academia que slo aos ms tarde inici la capacitacin universitaria en las ciencias relacionadas con la Administracin, al descubrir que no bastaba el sentido comn y la intuicin para lograr a travs de instituciones, la masificacin de la prestacin de servicios de salud.<&59;/p>&59;<&59;p>&59;Para entonces, pensbamos que esos colegas haban encontrado un escape a su incapacidad de ser buenos clnicos. Qu hubiese pasado si ms mdicos hubisemos intervenido en la definicin de polticas pblicas, en la formacin de entidades aseguradoras y prestadoras de servicios, en la escogencia de parlamentarios y concejales que nos representaran en los recintos donde se fabrican las leyes y acuerdos que despus nos competen cumplir con carcter obligatorio, aun sin haber expresado nuestra opinin, ni conocer los textos aprobados&63; Muy seguramente, no se hubiera perdido ese liderazgo que ahora nos inspira lamentos, pero que an no nos impele a ser ms activos en esos menesteres, que si bien nos alejan transitoriamente del ejercicio profesional, tambin nos permiten asumir responsabilidades para defender el derecho a ser mdicos respetados y respetables, capaces de proporcionarnos una vida digna, tiles para la sociedad que conformamos y dueos del acto mdico sin interferencias distintas a nuestro leal saber y entender y al de nuestra propia conciencia.<&59;/p>&59;<&59;p>&59;Han pasado ya cuatro dcadas desde entonces, tiempo en que llegaron profesionales de otras disciplinas y decidieron sin nosotros cul sera el destino de nuestra profesin, cul nuestro rol en la sociedad, cmo ejercer y aplicar nuestros conocimientos, qu formular y a quin atender.<&59;/p>&59;<&59;p>&59;Vale la pena aqu y ahora reconocer que cometimos el error de no dejarnos convocar, de creer que la poltica es slo para politiqueros, en contrava de considerarla una ciencia para servir a la comunidad, no para servirse de ella, tan afn a nuestra vocacin de servicio.<&59;/p>&59;<&59;p>&59;As las cosas, fueron llegando cambios y ni los mdicos fuimos entrenados en ciencias econmicas, ni a los economistas les ensearon sentido social.<&59;/p>&59;<&59;p>&59;Fuimos comprendiendo que perdamos la connotacin de semidioses y aprendiendo que, slos, no nos era posible mantener el carcter de mdicos, tan esenciales a la vida de la comunidad, como lo son los maestros, los jueces y los sacerdotes.<&59;/p>&59;<&59;p>&59;Supimos que gustrenos o no, era imprescindible interactuar con otros profesionales de la salud, y an, con tecnlogos que en otra poca considerbamos de menor rango, debiendo entender que todos son importantes, porque todos son necesarios&59; nos llev un tiempo precioso que ahora intentamos recuperar, para lograr objetivos comunes y afianzar el liderazgo, que sin discusin, debe estar en manos de mdicos.<&59;/p>&59;<&59;p>&59;Y tambin result un tanto doloroso, someternos al aprendizaje de otros lenguajes ajenos al tcnicocientfico propio de nuestra disciplina, para poder interactuar con otros profesionales como son los abogados, que ahora nos defienden de la mala prctica, o de lo que personas ajenas al medio piensan que son nuestros errores y, que adems, son los encargados de redactar leyes, decretos, resoluciones y acuerdos que estamos obligados a acatar, recordando que la ignorancia de la Ley no nos exime de la culpa...<&59;/p>&59;", }